Thursday, June 14, 2007

Leff

Leff, Enrique, 2000, Cultura, naturaleza y sustentabilidad: pulsión al gasto y entropía social, En: Racionalidad ambiental

El autor declara que la teoría económica ha desempeñado una función predominante en el proceso de legitimación y de racionalización del capital. La racionalidad económica generó una concepción del desarrollo de las fuerzas primitivas que privilegió al capital, al trabajo y al progreso técnico como los factores fundamentales de la producción, desterrando de su campo a la cultura y a la naturaleza.
La crisis ambiental ha planteado la necesidad de dar bases de sustentabilidad al proceso económico, buscando controlar y revertir los costos ecológicos de los patrones de producción y consumo, y sus efectos en el deterioro ambiental y en la calidad de vida de las mayorías. La degradación ambiental está asociada con procesos de deforestación, erosión y pérdida de fertilidad de los suelos, con la contaminación de recursos hídricos y el despilfarro de recursos energéticos, así como la polución ambiental y el aumento de riesgos ecológicos.
La destrucción creciente de la base de los recursos de la Tierra, así como los desequilibrios ecosistémicos, ha llevado a que los asuntos ambientales ocupen un lugar prioritario dentro de la agenda de la geopolítica del desarrollo sostenible y de las metas del milenio.
La protesta social por deterioro ambiental y los reclamos por mejorar la calidad de vida están llevando la cuestión ambiental al terreno de los derechos humanos; junto con el reconocimiento de la importancia de conservar la biodiversidad del planeta se están legitimando las reivindicaciones de las comunidades indígenas y campesinas para preservar su patrimonio de recursos naturales y culturales.
La diversidad ecológica y cultural no sólo es considerada como un principio ético –como un valor intrínseco, no mercantil-, sino como “medios de producción y potenciales productivos” que conforman un sistema de recursos naturales, culturales y tecnológicos capaces de reorientar la producción hacia la satisfacción de las necesidades básicas, reconociendo los valores culturales de las poblaciones del tercer mundo.
La racionalidad de la sustentabilidad abre la posibilidad de construir un nuevo paradigma productivo, fundado en los potenciales de la naturaleza y en la recuperación y el enriquecimiento del conocimiento que a lo largo de la historia han desarrollado diferentes culturas sobre el uso sustentable de sus recursos ambientales.
La diversidad cultural es lo más sustantivo de racionalidad ambiental, el principio que la constituye como un orden radicalmente diferente de la racionalidad económica.
El autor declara que el orden de la cultura no es sólo el de los territorios en los que se han sedimentado y cristalizado formas autóctonas, ancestrales y tradicionales del ser cultural, sino el de universos abiertos a la resignificación de sus mundo de vida, en procesos de mestizajes culturales, de resignificaciones de la naturaleza, de reinvenciones culturales, de hibridaciones entre lo orgánico, lo tecnológico y lo simbólico.
La producción agrícola, ganadera y forestal depende allí fundamentalmente de las condiciones geográficas y ecológicas del medio en el que las culturas han evolucionado, transformando los ecosistemas a través de sus estilos étnicos de apropiación de la naturaleza.
La revalorización de los saberes tradicionales y la revitalización de economías autogestionarias para satisfacer las necesidades básicas de las comunidades empiezan a ser incorporadas en las demandas de nuevos actores sociales en el medio rural del tercer mundo.
Los estudios recientes sobre la racionalidad energética y ecológica de los sistemas tradicionales de cultivo muestran como las prácticas tradicionales de labranza y el uso de fertilizantes orgánicos, así como la asociación, relevo y rotación de cultivos, conservan e incluso incrementan el rendimiento agrícola de los suelos.

Comentario personal:

El autor hace referencia a la ejecución del desarrollo, lo cual considero que es uno de los grandes problemas que estamos padeciendo, que es la escasez de los recursos naturales. Me refiero a que las políticas gubernamentales estaba contemplado que la sociedad utilizará medios de producción que no se originaban en el seno de los sistemas de producción internos, sino externos que en vez de generar beneficios generaron muchos problemas ambientales que actualmente estamos padeciendo. Esta visión estuve presente en los años setenta y aproximadamente por 30 años estuvo imperando en los sistemas de producción.
Estoy de acuerdo que el avance en materia de medios de producción, originaron una mayor eficiencia de las labores y en algunos casos originó sustitución de mano de obra humana por maquinaria, pero con el transcurso de los años presentó focos rojos.
Hoy en día, la preocupación acerca del deterioro ambiental está en las mentes de los presidentes en sus diversos niveles ejecutivos, de manera que tal como menciona Leff, se encuentra en las agendas políticas. Se habla de un desarrollo sustentable o sostenible, pero el problema que veo que solamente esta la etiqueta de sustentabilidad y se sigue operando de igual manera bajo un visión irracional a la naturaleza. ¿Qué es el desarrollo sustentable?, ¿realmente existe el desarrollo sustentable?, interrogantes que gira en torno a los intereses de cada individuo, sociedad, organización, entre otros actores.
Considero que urge hacer acciones para poder un alto a la intensa degradación ambiental, si al menos no se va a poder recuperar todos los daños, pero podemos poner un granito de arena cada uno para hacer algo. Hago la invitación a reflexionar y ver que se puede hacer en nuestros espacios cotidianos e incluso en nuestras comunidades, municipios, regiones, Estado y país.

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